Catch the light when it’s cloudy


23 de noviembre 2023 – 13 de enero 2024

Desde que Marilyn Sonneveld me contó una pesadilla recurrente suya en la que aparecía un círculo hipnótico de colores y una aguja dolorosamente penetrante, no puedo dejar de pensar en Uzumaki, el manga de terror de Junji Ito. La serie japonesa de los 90 narra la historia de una ciudad ficticia invadida por una maldición sobrenatural relacionada con las espirales. En Kurouzu-cho todo el mundo está obsesionado con este símbolo, cuya naturaleza contagiosa pronto se convierte en una paranoia psicológica de uno de los personajes principales en una transformación colectiva, y la realidad se convierte en una vorágine. A partir de la naturaleza y los objetos, las espirales de Junji Ito comienzan a propagarse en los cabellos, las mejillas, los ojos y al final, la totalidad de los cuerpos se transforman en espiral por completo: retorciéndose y entrelazándose, para dispersarse después en la forma abstracta y el cosmos.
Un efecto de disolución similar es lo que ha caracterizado a Marilyn Sonneveld, en sus recientes pinturas, en donde las figuras de cuerpos previos – ya de por sí orgiásticas – dejan espacio a atmósferas menos representativas. El color, personal y emotivo, se extiende en capas fantasmales que convierten el lienzo en territorios de encuentros. De ellos emerge, a veces, la figuración. Las nuevas pinturas carecen de centralidad, y proponen paisajes interiores que cautivan y que entran como llamas de fuego. El cuerpo -previamente representado en grupos aglomerados- aparece aquí fragmentado e identificable en partes corporales que se convierten en apariciones fugaces. Predominan las manos, caricias en un domingo otoñal, y una sensación de suavidad impregna la exhibición. .
Hay una pintura con una figura más definida: se trata de un bebé cuyo contorno inestable está envuelto en un abrazo de un adulto, solo como un espectro. El fondo vive en su piel, superando los bordes temblorosos de la figuración, y la mismidad se pierde en terrenos sensoriales. No es casualidad que Sonneveld haya sido madre recientemente, pero la pérdida de límites individuales definidos es algo que ahora pertenece a la creciente conciencia colectiva sobre la permeabilidad de las cosas. Ya no es válida la compartimentación en categorías, lo que convierte a la subjetividad en un concepto dinámico y evolutivo, registrado como tal en la práctica de la artista.
La inclusión de las esculturas de vidrio y las pinturas resulta esencial en un contexto así. La transparencia absorbe un medio en el otro lo que permite una coexistencia frágil. Pero el vidrio es un material punzante: transmite tensión. Bajo esa luz más oscura, estas obras podrían interpretarse como fetos monstruosos cuya forma sin delimitar y turbias combinaciones de color manifiestan las ansiedades que surgen de las nociones de pérdida, de uno mismo en este caso. Al fin y al cabo, los tonos púrpura y verde ácido que caracterizan algunos de los lienzos pertenecen al reino de las pesadillas. La niebla que impregna las obras es una presencia inquietante. Las obras de Sonneveld podrían considerarse vivas, con entidad propia.
En el ensayo “The Value of Liveliness: Painting as an Index of Agency in the New Economy”, Isabelle Graw deja constancia de la vitalidad que puede poseer una pintura, más allá de la representación. Su argumento es que la obra puede estar influida por una red de ideas, referencias y contextos culturales, más que únicamente por las propias intenciones del artista. En palabras de Graw, “la presencia fantasmagórica del autor ausente” refleja la naturaleza evolutiva del arte en la era postmoderna, en la que las fronteras y los papeles tradicionales en la creación artística se han vuelto más fluidos y la atención se desplaza del artista como creador individual a la compleja red de influencias referencias y contactos que contribuyen al significado de un cuadro. Está noción podría extenderse a una condición post-individual, en la que Sonneveld sitúa su práctica.
Hay un detalle en una de las obras que aprecio especialmente: entre campos naranjas, lilas, y rosas, una serie de pinceladas da origen a unos dedos delgados. Son llamas aterciopeladas que se retiran sinuosamente como un pianista tras un concierto exitoso: expuesto, exhausto. Cuando se pierde el tema ¿Qué ocurre con la figuración?

 

Texto escrito por Caterina Avataneo.

BADR EL JUNDI_EXPO_23_NOVIEMBRE_2023_DSF5836
MARILYN SONNEVELD, Untitled, 2023
Glass, 23 x 31,5 cm
A blurry night to remember, Marilyn Sonneveld
MARILYN SONNEVELD, A blurry night to remember, 2023
Oil on canvas, 70 x 80 cm
BADR EL JUNDI_EXPO_23_NOVIEMBRE_2023_DSF5869
MARILYN SONNEVELD, Soap 9, 2022
Glass, 41 x 15 cm
Misty roses, Marilyn Sonneveld
MARILYN SONNEVELD, Misty Roses, 2023
Oil on canvas, 140 x 180 cm
May, Marilyn Sonneveld
MARILYN SONNEVELD, May, 2023
Oil on canvas, 25 x 30 cm
Secondback, Marilyn Sonneveld
MARILYN SONNEVELD, Secondback, 2023
Oil on canvas, 70 x 80 cm
Magda, Marilyn Sonneveld
MARILYN SONNEVELD, Magda, 2023
Óleo sobre lienzo, 90 x 110 cm
Jol, Marilyn Sonneveld
MARILYN SONNEVELD, Jol, 2023
Oil on canvas, 90 x 110 cm
Underneath, Marilyn Sonneveld
MARILYN SONNEVELD, Underneath, 2023
Oil on canvas, 35 x 45 cm
Vibrations, Marilyn Sonneveld
MARILYN SONNEVELD, Vibrations, 2023
Oil on canvas, 35 x 45 cm
BADR EL JUNDI_EXPO_23_NOVIEMBRE_2023_DSF5871
MARILYN SONNEVELD, Soap 8, 2022
Glass, 41 x 15 cm
Sunshine in the bedroom, Marilyn Sonneveld
MARILYN SONNEVELD, Sunshine in the bedroom, 2023
Oil on canvas, 120 x 140 cm
Touchable skin, Marilyn Sonneveld
MARILYN SONNEVELD, Touchable skin, 2023
Oil on canvas, 120 x 140 cm
Together we are not alone, Marilyn Sonneveld
MARILYN SONNEVELD, Together we are not alone, 2023
Oil on canvas, 140 x 180 cm
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